Bueno vamos alla....espero que os gusten!!!
DESPERTARES
Bueno nenes, aquí empezamos nuestro espacio de relatos y/o
fantasías, y como es natural comenzaremos
desde el principio.
La niñez, esa época de nuestras vidas en la que todo es
nuevo y se ve de manera inocente y natural, eso que por desgracia cada vez se
pierde antes.
Mis primeros pinitos en el mundo sexual fueron bien temprano
(diez añitos), movidos por la curiosidad. La misma que me hacía preguntarme:
¿porqué los niños hacían pis de una manera y las niñas de otra?. ¿Porqué los
niños tenían un pajarito metido en la cremallera de los pantalones?. ¿Cómo
sería ese pajarito?. Todas estas preguntas rodaban por mi cabeza y la de mi
mejor amiga, hasta que un día, entre juegos, descubrimos que el susodicho
pajarito de los niños, era de una especie muy rara. Ni tenía alas, ni pico, ni
nada para decir que fuese un pajarito.
Corría el año 1976,
un pueblo tranquilo, en verano, jugando todos los críos al escondite (entonces
se jugaba al aire libre, todos juntos; no como ahora, encerrados en
habitaciones y frente a pantallas). Mi amiga y yo corrimos a escondernos en una
casetilla de guardar aperos que estaba junto a su casa y con nosotras entró un
niño que era un año mayor. Cerramos la puerta y pusimos un saco detrás para que
no nos encontraran y así ganar.
Allí dentro, solo con la luz del sol que se filtraba por las
rendijas de las paredes de madera, es donde mi amiga y yo decidimos averiguar
cómo era el dichoso pajarito. Ni cortas ni perezosas le dijimos al niño que si
nos enseñaba su pajarito, que nunca habíamos visto uno (recordando la situación
ahora me rio, vaya acoso en toda regla, jajaja). Tanto insistimos, que al final
accedió, se bajó los pantalones cortos y los calzoncillos, y sacó su pajarito
ante nuestra mirada expectante.
Mi amiga y yo nos miramos con cara de tontas. ¿Qué era esa
especie de gusanillo que le colgaba? ¿Dónde estaba el pajarito? ¡Vaya fraude!
El niño al ver la cara de enfadadas que teníamos, nos dijo
que no existía ningún pajarito, que esa cosita era lo que utilizaba para hacer
pis. Que su hermano mayor le había dicho que los mayores lo utilizaban para
hacer niños y que acariciándolo se hacía más grande.
-
Eso es una tontería, no me lo creo.
-
Que sí, me lo ha dicho mi hermano mayor. Además
me ha dicho que según vas creciendo, más grande se hace. Él no lo llama
pajarito , lo llama picha.
-
Déjame que lo toque.
Alargue mi mano y agarré con cuidado esa cosita. Estaba
caliente, era suave y algo blandita.
- Toma, cógela tú, le dije a mi amiga. No
hace nada.
Pero después de un par de cambios de manos, si empezó a
hacer algo. Por la parte de arriba empezó a salir una especie de cabecita
sonrosada que empezaba a soltar una especie de babilla. Casi sin darnos cuenta
esa especie de gusanillo blandito, había empezado a ponerse durito y empinado,
apuntando hacia nosotras. Entonces mi amiga pregunto al niño:
-
¿Quieres que te enseñemos nosotras con lo que
hacemos pis?
-
Si claro, se lo he visto a otros chicos, pero
nunca a una niña.
Y ahí estábamos las dos, bajándonos las braguitas y quitándonos
las faldas para enseñarle las rajitas. Se quedó con los ojos como platos.
-
¡Tenéis una raja! ¿No se caen las cosas que
coméis por ahí?
-
¡No, tonto!, tenemos algo para que no pase eso.
-
Dejadme ver.
Y entonces empezó a tocarnos a la una y a la otra, mientras
nosotras le teníamos bien agarrado a él. Tan enfrascados andábamos con nuestros
descubrimientos, que no nos dimos cuenta de que abrían la puerta.
-
¿Pero qué estáis haciendo? ¡¡La madre que te
parió!!
Era el padre de mi amiga, que nos pilló en plenos juegos
manuales y sin ropa ninguna de cintura para abajo a ninguno de los tres. Tenía
la cara roja y soltaba de todo por la boca (creo que esa fue la primera vez que
escuchaba tantas palabrotas seguidas). A mi amiga le puso ahí mismo el culo
como un tomate, delante de nosotros. Después al niño y a mí nos llevó cogidos
por la oreja a nuestras casas, donde cada uno recibimos nuestra correspondiente
dosis de zapatilla o cinturón, según el caso, aplicada por nuestros padres.
Y así fue mi primera tierna experiencia con el sexo opuesto.
Después de ese primer pajarito vendrían muchos más, tantos como maneras hay de
llamarlo.
Continuaremos........
Continuaremos........
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